jueves, 2 de mayo de 2013

SIN DIOS NO HUBO MILAGRO.

   
WITHOUT GOD THERE WAS NO MIRACLE.



     El otro día pasaba por delante de una librería que afuera tenía los diarios deportivos, a veces no lo puedo evitar y intento leer los titulares principales, y me llamó la atención uno de ellos que decía lo siguiente  "SIN DIOS NO HUBO MILAGRO".
     Me hace mucha gracia esas pequeñas licencias que a veces se toman los periodistas a la hora de escribir utilizando expresiones de la Biblia o del cristianismo popular o como prefieran llamarlo.


    Eran las semifinales de la CHAMPIONS y se habían puesto algunas expectativas en que el equipo de fútbol de casa reaccionase y pudiese hacer la remontada, evidentemente como su estrella o jugador principal no pudo participar por temas de lesión dificultó más la remontada que a la larga supuso una derrota considerable.
     Evidentemente Si Dios no está no hay milagros, pero aquí y en todas partes, ya que El y nada más que El tiene la potestad de cambiar las cosas  y  puede hacer cambiar el curso de la historia como por ejemplo :

   " los Ingleses decían que el viento que derribó a la armada invencible (la armada más grande de la historia) seguramente era protestante o Dios había estado detrás.  Recordemos que en el siglo XIX Inglaterra fue uno de los países con más vocación misionera de Europa y del mundo y eso no sabemos si hubiera podido ser con la llegada de Felipe II  a Inglaterra  ni tampoco  todos los desencadenantes que hubiesen pasado"

     Jugar con la Ironía es una de las características de un gran titular, evidentemente ni ese gran jugador es Dios ni era necesario ese milagro. Pero muchas veces esos titulares nos hablan y recuerdan que hay un ligero trasfondo cristiano que habla de Dios porque "El que tiene retiene" 
    Y aunque si no se pusiera nada  de esta singularidad también hablarían los periódicos  ya que recordemos que nuestro calendario nos regimos por el anno domini, y cada vez que hay una fecha y un año estamos recordando un gran evento que ocurrió hace más de dos mil años que cambió el giro de la historia y de los acontecimientos e incluso la forma de medir nuestro calendario

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